Escribir ficción es un hobby para mi, lo hago esporádicamente y cuando puedo o cuando alguna idea se me transforma en algo tan obsesivo que debo plasmarlo en el papel.

Es cierto que a veces escribo en Word, pero han sido mas las veces en que escribo en cuadernitos pequeños y fácilmente manejables con lapicera de gel negro...

Cariños especiales a todos y mil gracias por visitar mi imaginario.

escritos de papel y lapicera

escritos de papel y lapicera

miércoles, noviembre 22, 2006

Consecuencias del Machismo

-- Che, quedate que tengo que hablar con vos -- Dijo usando su ya habitual tono imperativo.

Yo no contesté, para que, igual no me escucharía. El quedarme no era una propuesta, era una orden y eso para él era un hecho.

Acabábamos de volver de unos de esos almuerzos de compromiso con otros dos matrimonios.

Todo había sido perfecto, el sol al mediodía parecía alquilado, mi mesa preferida en Lola y la comida exquisita. Como siempre, mousse de centolla, panache de legumbres y helado de limón, agua mineral sin gas y Dom Perignon.
La charla informal, trivial, en fin, lo justo para la ocasión... Gracias al cielo, la ambientación, la música, el delicado sabor de la comida y mis dos copitas de champagne, componían el perfecto equilibrio para tan patética y vulgar velada.

Ya había sido suficiente por un día, como para tener que afrontar otra de sus estúpidas disquisiciones, ordenes, o lo que sea que fuera, que esta vez se le antojara decirme.

De todos modos no tenía deseos de crear conflictos y mucho menos en ese momento en que estaba apunto de convencerlo de lo imperiosamente necesario de mi tratamiento revitalizante en esa clínica Suiza que el tanto admiraba.

No quería perderme ese mes sola en Europa por nada del mundo. Podría descansar, pintar, esquiar, escribirle a mis amigas, deambular solitariamente, o lo que fuera! Todo sin dar explicaciones.
Un placer inigualable!.

Estaba tan ensimismada con mis pensamientos que no lo vi cuando se acercaba con su cara de BMW último modelo y sexo haciendo juego.

-- Bueno, venite para el escritorio, espero una comunicación de Hong Kong en cualquier momento -- esputó poniendo esa media sonrisa ganadora.

-- Bien mi amor, por mi no te preocupes, estoy bien. Si querés espero que tengas tu conversación tranquilo y mientras te hago unos mimitos.-- dije melosamente y juro que tuve que hacer un gran esfuerzo para lograrlo.

-- No, no, estoy apurado -- y cuando no lo estaba? -- Tengo mucho trabajo, vení sentate que puedo hacer las dos cosas. No tengo tiempo para perder en boludeces --
“Será Justicia.”

Ya no lo soportaba más, era imbancable, insoportable, intolerable, pedante, petulante, soberbio, fanfarrón, grosero, mentecato, remilgoso, dueño de los ojos más lindos que he conocido y... mi marido.

Él hablaba, no sé que cuernos estaba diciendo respecto a que había estado callada en el almuerzo o algo así. Siempre se encargaba de encontrar defectos en mi conducta. Y está claro que el que busca, encuentra.

Tuve que soportar una perorata de una hora, saltaba de mi torpeza a su gran habilidad, de mi estupidez a su increíble destreza y sagacidad, de mi inclinación por gastar estúpidamente el dinero a sus brillantes inversiones, sus múltiples formas de ganarlo... y más aún...

Pero yo ya hacía tiempo que había desarrollado la técnica perfecta para ignorarlo, mientras fingía estar emocionalmente comprometida con sus palabras.

Lo nuestro era una farsa. Una parodia refinada, que iba desde fingir escuchar a fingir disfrutar de sus incansables programas y compromisos sociales y a actuar como una amante ardiente en la cama.

Demás esta decir que mi matrimonio era un fracaso.

Sabía que no podría seguir así por mucho más tiempo, la necesidad de tomar aire, de alejarme por un tiempo se hacía cada vez mas frecuente y tenía miedo que Roberto comenzara a sospechar que algo pasaba.

Pero en realidad su egocentrismo y vacío cerebral eran tan grandes, que no se molestaría en perder su valioso tiempo en pensar en mi, mas bien creo que nunca se le pasó por la mente el hecho de que yo, la simple sombra de su esbelta esfinge, el adornito que le pertenecía para usarlo, mostrarlo, gastarlo, etc., si, que yo, esa simple mujer a su servicio, pudiera llegar a engañarlo.

Sin embargo, así era. No lo hacia por amor, ni calentura, ni pasión o porque me importaran los sufrimientos del fulano. No me movía ninguna de esas cursilerías.

Tan solo me regocijaba el saber que con cada nueva relación que yo tuviera, al banana número Uno de Buenos Aires, le daban gato por liebre y se lo comía como un duque.

¡Pobre imbécil, cual pavo real amaestrado!.

Pero desgraciadamente al contrario de lo que yo suponía, mi odio y mi desprecio no se atenuaban, sino que aumentaban como espiral inflacionaria, y como no creía que el FMI me otorgara una moratoria, un stand by, o un aplazamiento de deuda... La solución era llamar a un comando mercenario para solucionar el problema; y para eso quien mejor que yo que venía aprendiendo el negocio de maravillas.

Había una sola salida, desaparecer. Pero eso me daba dos alternativas, desaparecer yo o hacerlo desaparecer a él.

Confieso que la sutil idea de hacerlo desaparecer no era la primera vez que aparecía en mis pensamientos. Es más, últimamente se había transformado en un entretenido juego recurrente.

El juego era complejo y refinado. Había desarrollado un sofisticado ejercicio mental que consistía en las ciento un (101) maneras de hacer desaparecer a Robin (nombre de batalla para Roberto, elegido ad hoc para este objetivo).

Robin era solo el blanco y las siete plagas de Egipto, los cuatro jinetes del Apocalipsis, la pérfida Gorgona, Corto Maltés e Indiana Jones juntos y la reencarnación de Merlin, eran poca cosa comparado con las peripecias y encrucijadas en que mi mente metía a Robin.
Laberintos sin salida, cámaras de tortura y el vudú más perverso tomaban forma día a día con más fuerza en mi cerebro.

Pero lo salvó el gong. Lo que Roberto estaba diciendo me llamo la atención.

--... y para cuando lograron sacar el auto de Ramiro del lago, su cuerpo ya no estaba, aún no lo encontraron. Te das cuenta, pobre Matilde... Vos tenés que ocuparte de ir a verla personalmente. No se le puede mandar algo, sería una grosería. Tampoco sería apropiado que fuese yo solo, ya sabes como son las minas, te ven solo y se te pegan como sanguijuelas, se ilusionan... Té acordas de aquella... --

¡Así que Ramiro desapareció!—. Así de fácil. Así de simple y tonto. Lo dieron por muerto. No puedo, no puedo creerlo. Que sea tan fácil, no puedo creerlo. !!!

En un tiempo más Matilde cobraría el seguro, ya que luego de continuas búsquedas y dragados sin resultado, lo declararían muerto.

Era muy difícil que alguien sobreviviera a las frías aguas del Nahuel Huapi, generalmente no destinan más de una semana en buscar.

Pensar que me lo había mencionado la última vez que estuvimos juntos. Pero yo pensé que era otra de sus fanfarronadas, no sé, algo para llamar la atención, como para hacerse el interesante.
Así que había resultado. ¡Que cosa!.

En fin, movida inesperada del partener. Ante esta nueva situación se amplían las alternativas de juego:
Nivel 1: Las 101 formas de encontrar un nuevo y discreto amante.

Nivel 2: Las 101 formas de hacer desaparecer a Susan (mi nombre de batalla) y reaparecer en otro lado, diferente y nueva.

Nivel 3: El siempre tan popular y conocido: Las 101 formas de hacer desaparecer definitivamente a Robin.

Es increíble, pero soy una verdadera sentimental, y con este último nivel me había encariñado demasiado.

Tanto, que dudaba que los otros dos llegaran a atraer realmente mi atención.-


Graciela Mariani

Belgrano 1996

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