Para cuando te encuentre, quisiera poder ser eso que deseabas..
La brisa fresca en el rostro y un batir de alas el alma.
La noche nunca vivida y ese amor que no esperabas.
Para cuando te encuentre, amado, señor sin rostro, sueño del alba.
Espero sinceramente llagar a estar preparada.
Cuando medito y rezo, cuando respiro el prana.
Pienso en cuando te encuentre y quiero estar depilada.
Hombres tuve, sin cuenta, pero de amor no se nada.
Entonces el purificarme y cultivar la esperanza,
se me antoja es el camino para estar bien signada.
Por eso en las noches algo quietas, solitarias,
suelo transitar descalza de arriba abajo la casa.
Ansiosa por encontrarte, por conocer tu mirada.
Temerosa de no estar bien vestida o maquillada.
Y así dejarte pasar y continuar mi charada.
Esperando al que no vi, creyendo encontrarte al alba.
Mientras otra en tu camino, te despierta en la mañana
acariciando tu frente como a un niño al que se ama.
Y yo sin nunca saber que estuve desorientada.
Ay de mí, si solo al verte me sintiera extasiada.
Y te dejara pasar quedándome arrinconada.
Si señor cuando te encuentre se me van las desveladas
y mi deambular nocturno, la Tv, el mate, el dibujo,
mis largas horas en vela a la computer sentada.
Ay señor cuando te encuentre te amare a la madrugada.
Y si aquel día que pases me encuentras despreocupada.
Y tan solo de pereza no deje mi vista rozarse,
ni tan siquiera un minuto, con amor, sobre tu cara.
Tomando el brazo de otra ese amor vivas sin pausa.
Y tu vida siga el curso sin saberme allí sentada.
Y yo esperando me quede alguna vez tu llegada.
Y solo tal vez si aquel día levantara la mirada.
Y si tan solo un instante nuestros ojos se cruzaran.
Se encendería esa hoguera interior, que tanto soñaba.
Pero también puede ser que el día que yo te encuentre.
Tu presencia y tu mirada, ya no sean importantes
para mí y sin saberlo, la espera se terminara.
Porque para que negarlo, tanta angustia y desvelada,
me agoten y para entonces ya no me hagas más falta.
No te creas por esto, que soy tan desamorada.
Es que de amores imposibles tengo una caja guardada.
Y cuando pases de largo, distante con otra amada.
Yo te daré las gracias por dejándome así plantada.
Señor, mi señor soñado.
Simple sueño, ya no es nada.
Graciela Mariani
Vicente López, 8 de septiembre de 1996
La brisa fresca en el rostro y un batir de alas el alma.
La noche nunca vivida y ese amor que no esperabas.
Para cuando te encuentre, amado, señor sin rostro, sueño del alba.
Espero sinceramente llagar a estar preparada.
Cuando medito y rezo, cuando respiro el prana.
Pienso en cuando te encuentre y quiero estar depilada.
Hombres tuve, sin cuenta, pero de amor no se nada.
Entonces el purificarme y cultivar la esperanza,
se me antoja es el camino para estar bien signada.
Por eso en las noches algo quietas, solitarias,
suelo transitar descalza de arriba abajo la casa.
Ansiosa por encontrarte, por conocer tu mirada.
Temerosa de no estar bien vestida o maquillada.
Y así dejarte pasar y continuar mi charada.
Esperando al que no vi, creyendo encontrarte al alba.
Mientras otra en tu camino, te despierta en la mañana
acariciando tu frente como a un niño al que se ama.
Y yo sin nunca saber que estuve desorientada.
Ay de mí, si solo al verte me sintiera extasiada.
Y te dejara pasar quedándome arrinconada.
Si señor cuando te encuentre se me van las desveladas
y mi deambular nocturno, la Tv, el mate, el dibujo,
mis largas horas en vela a la computer sentada.
Ay señor cuando te encuentre te amare a la madrugada.
Y si aquel día que pases me encuentras despreocupada.
Y tan solo de pereza no deje mi vista rozarse,
ni tan siquiera un minuto, con amor, sobre tu cara.
Tomando el brazo de otra ese amor vivas sin pausa.
Y tu vida siga el curso sin saberme allí sentada.
Y yo esperando me quede alguna vez tu llegada.
Y solo tal vez si aquel día levantara la mirada.
Y si tan solo un instante nuestros ojos se cruzaran.
Se encendería esa hoguera interior, que tanto soñaba.
Pero también puede ser que el día que yo te encuentre.
Tu presencia y tu mirada, ya no sean importantes
para mí y sin saberlo, la espera se terminara.
Porque para que negarlo, tanta angustia y desvelada,
me agoten y para entonces ya no me hagas más falta.
No te creas por esto, que soy tan desamorada.
Es que de amores imposibles tengo una caja guardada.
Y cuando pases de largo, distante con otra amada.
Yo te daré las gracias por dejándome así plantada.
Señor, mi señor soñado.
Simple sueño, ya no es nada.
Graciela Mariani
Vicente López, 8 de septiembre de 1996
No hay comentarios.:
Publicar un comentario