Escribir ficción es un hobby para mi, lo hago esporádicamente y cuando puedo o cuando alguna idea se me transforma en algo tan obsesivo que debo plasmarlo en el papel.

Es cierto que a veces escribo en Word, pero han sido mas las veces en que escribo en cuadernitos pequeños y fácilmente manejables con lapicera de gel negro...

Cariños especiales a todos y mil gracias por visitar mi imaginario.

escritos de papel y lapicera

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lunes, abril 20, 2020

Poema del Buen Humor - Oración de Santo Tomás Moro

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Dame, Señor, una buena digestión
y, naturalmente, dame algo que digerir.
Dame la salud del cuerpo
y el buen humor necesario para mantenerla.
 
Dame, Señor, un alma santa
que guarde el recuerdo de todo lo que es bueno, bello y puro,
para que, al ver el pecado, no me asuste,
sino que encuentre el medio de arreglar las cosas.
 
Dame un alma que no conozca el aburrimiento
ni la murmuración, quejas o lamentos, y no sepa gemir ni suspirar,
y haz que no me inquiete, ni de importancia
a eso tan embarazoso que llamo "yo".
 
Dame, Señor, el sentido del humor;
dame la gracia de saber aceptar las bromas
para que pueda sacarle a la vida un poco de alegría
y la haga participar también a los demás

 
Santo Tomás Moro
 
(1477-1535)

lunes, julio 07, 2014

En un Álbum - Bartolomé Mitre

Que a cada hoja del álbum de tu vida
Que desdoble la mano del destino,
Al seguir los inviernos su camino,
Las primaveras queden en tu sien;
Y así, que en cada año que transcurra
Añadas una flor a tu guirnalda,
Y cruzando prados de esmeralda,
Llegues hasta las puertas del Edén.


Bartolomé Mitre
1852

Sonatina - Rubén Darío

La princesa está triste... ¿Qué tendrá la princesa?
Los suspiros se escapan de su boca de fresa,
que ha perdido la risa, que ha perdido el color.
La princesa está pálida en su silla de oro,
está mudo el teclado de su clave sonoro,
y en un vaso, olvidada, se desmaya una flor. 

El jardín puebla el triunfo de los pavos reales.
Parlanchina, la dueña dice cosas banales,
y vestido de rojo piruetea el bufón.
La princesa no ríe, la princesa no siente;
la princesa persigue por el cielo de Oriente
la libélula vaga de una vaga ilusión. 

¿Piensa, acaso, en el príncipe de Golconda o de China,
o en el que ha detenido su carroza argentina
para ver de sus ojos la dulzura de luz?
¿O en el rey de las islas de las rosas fragantes,
o en el que es soberano de los claros diamantes,
o en el dueño orgulloso de las perlas de Ormuz?

¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa
quiere ser golondrina, quiere ser mariposa,
tener alas ligeras, bajo el cielo volar;
ir al sol por la escala luminosa de un rayo,
saludar a los lirios con los versos de mayo
o perderse en el viento sobre el trueno del mar. 

Ya no quiere el palacio, ni la rueca de plata,
ni el halcón encantado, ni el bufón escarlata,
ni los cisnes unánimes en el lago de azur.
Y están tristes las flores por la flor de la corte,
los jazmines de Oriente, los nelumbos del Norte,
de Occidente las dalias y las rosas del Sur. 

¡Pobrecita princesa  de los ojos azules!
Está presa en sus oros, está presa en sus tules,
en la jaula de mármol del palacio real;
el palacio soberbio que vigilan los guardas,
que custodian cien negros con sus cien alabardas,
un lebrel que no duerme y un dragón colosal. 

¡Oh, quién fuera hipsipila que dejó la crisálida!
(La princesa está triste, la princesa está pálida)
¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil!
¡Quién volara a la tierra donde un príncipe existe,
—la princesa está pálida, la princesa está triste—,
más brillante que el alba, más hermoso que abril! 

—«Calla, calla, princesa —dice el hada madrina—;
en caballo, con alas, hacia acá se encamina,
en el cinto la espada y en la mano el azor,
el feliz caballero que te adora sin verte,
y que llega de lejos, vencedor de la Muerte,
a encenderte los labios con un beso de amor».
 autógrafo 
Rubén Darío             

Félix Rubén García Sarmiento, conocido como Rubén Darío 
(Metapa, hoy Ciudad Darío, Matagalpa, 
18 de enero de 1867 - León, 6 de febrero de 1916), 
fue un poeta nicaragüense, máximo representante del modernismo literario en lengua española. 
Es, posiblemente, el poeta que ha tenido una mayor y más duradera influencia en la poesía del siglo XX en el ámbito hispánico. 
Es llamado príncipe de las letras castellanas.

Soneto a Cristo crucificado (Anónimo)

No me mueve, mi Dios, para quererte
 el cielo que me tienes prometido, 
 ni me mueve el infierno tan temido 
para dejar por eso de ofenderte. 

Tú me mueves, Señor, muéveme el verte 
clavado en una cruz y escarnecido, 
muéveme ver tu cuerpo tan herido, 
muévenme tus afrentas y tu muerte. 

Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera, 
que aunque no hubiera cielo, yo te amara, 
y aunque no hubiera infierno, te temiera. 

No me tienes que dar porque te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara, 
lo mismo que te quiero te quisiera. 

El anónimo Soneto a Cristo crucificado, también conocido por su verso inicial 
«No me mueve, mi Dios, para quererte», es una de las joyas de la poesía mística española. 
Podría considerarse de lo mejor de la poesía española de la segunda mitad del s. XVI.

martes, junio 17, 2014

RIMA LX - Gustavo Adolfo Bécquer

Mi vida es un erial,
flor que toco se deshoja; 
que en mi camino fatal 
alguien va sembrando el mal 
para que yo lo recoja.

Gustavo Adolfo Bécquer

RIMA LIII - Volverán las oscuras golondrinas - Gustavo Adolfo Bécquer

Volverán las oscuras golondrinas 
 en tu balcón sus nidos a colgar, 
 y otra vez con el ala a sus cristales 
 jugando llamarán. 

Pero aquellas que el vuelo refrenaban 
tu hermosura y mi dicha a contemplar, 
aquellas que aprendieron nuestros nombres... 
¡esas... no volverán! 

Volverán las tupidas madreselvas 
de tu jardín las tapias a escalar, 
y otra vez a la tarde aún más hermosas 
sus flores se abrirán. 

Pero aquellas, cuajadas de rocío 
cuyas gotas mirábamos temblar 
y caer como lágrimas del día... 
¡esas... no volverán! 

Volverán del amor en tus oídos 
las palabras ardientes a sonar; 
tu corazón de su profundo sueño 
tal vez despertará. 

Pero mudo y absorto y de rodillas 
como se adora a Dios ante su altar, 
como yo te he querido...; desengáñate, 
¡así... no te querrán!

Gustavo Adolfo Bécquer

RIMA XLII - Gustavo Adolfo Bécquer

Cuando me lo contaron sentí el frío 
de una hoja de acero en las entrañas; 
me apoyé contra el muro, y un instante 
la conciencia perdí de dónde estaba. 

Cayó sobre mi espíritu la noche, 
en ira y en piedad se anegó el alma. 
¡Y entonces comprendí por qué se llora, 
y entonces comprendí por qué se mata! 

Pasó la nube de dolor.... Con pena 
logré balbucear breves palabras... 
¿Quién me dio la noticia?... Un fiel amigo... 
Me hacía un gran favor... Le di las gracias. 

Gustavo Adolfo Bécquer
1836-1870. - 
Gustavo Adolfo Domínguez Bastida. 
poeta y narrador español, perteneciente al movimiento del Romanticismo, 
aunque escribió en una etapa literaria perteneciente al Realismo. 
Por ser un romántico tardío, ha sido asociado 
igualmente con el movimiento Posromántico. 
Aunque fue moderadamente conocido mientras vivió, c
omenzó a ganar prestigio cuando al morir 
se publicaron muchas de sus obras. 
Sus más conocidos trabajos son sus Rimas y Leyendas. 
Los poemas e historias incluidos en esta colección son esenciales 
para el estudio de la Literatura Hispana, 
siendo ampliamente reconocidas por su influencia posterior.

martes, marzo 25, 2014

Canción del pirata - José de Espronceda

Con diez cañones por banda,
Viento en popa, a toda vela,
No corta el mar, sino vuela
Un velero bergantín:
Bajel pirata que llaman
Por su bravura el Temido
En todo el mar conocido 
Del uno al otro confín. 

 La luna en el mar rïela, 
En la lona gime el viento, 
Y alza en blando movimiento 
Olas de plata y azul; 
Y ve el capitán pirata, 
Cantando alegre en la popa, 
Asia a un lado, a otro Europa, 
Y allá a su frente Estambul. 

 «Navega, velero mío, 
Sin temor, 
Que ni enemigo navío, 
Ni tormenta, ni bonanza 
Tu rumbo a torcer alcanza, 
Ni a sujetar tu valor. 

»Veinte presas 
Hemos hecho 
A despecho 
Del inglés, 
Y han rendido 
Sus pendones 
Cien naciones 
A mis pies. 

 »Que es mi barco mi tesoro, 
Que es mi Dios la libertad, 
Mi ley, la fuerza y el viento, 
Mi única patria la mar. 

»Allá muevan feroz guerra 
Ciegos Reyes
Por un palmo más de tierra, 
Que yo aquí tengo por mío 
Cuanto abarca el mar bravío, 
A quien nadie impuso leyes. 

»Y no hay playa, 
Sea cualquiera, 
Ni bandera 
De esplendor, 
Que no sienta
Mi derecho 
Y dé pecho 
A mi valor. 

»Que es mi barco mi tesoro,
 Que es mi Dios la libertad,
 Mi ley, la fuerza y el viento,
 Mi única patria la mar.

»A la voz de "¡barco viene!"
 Es de ver
 Cómo vira y se previene
A todo trapo a escapar:
Que yo soy el rey del mar,
Y mi furia es de temer.

»En las presas
Yo divido
Lo cogido
Por igual.
Sólo quiero
Por riqueza
La belleza
Sin rival.

»Que es mi barco mi tesoro,
Que es mi Dios la libertad,
Mi ley, la fuerza y el viento,
Mi única patria la mar.

»¡Sentenciado estoy a muerte!
Yo me río;
No me abandone la suerte,
Y al mismo que me condena
Colgaré de alguna entena
Quizá en su propio navío.

»Y si caigo,
¿Qué es la vida?
Por perdida ya la di,
Cuando el yugo
Del esclavo,
Como un bravo,
Sacudí.

»Que es mi barco mi tesoro,
Que es mi Dios la libertad,
Mi ley, la fuerza y el viento,
Mi única patria la mar.

»Son mi música mejor
Aquilones,
El estrépito y temblor
De los cables sacudidos,
Del ronco mar los bramidos
Y el rugir de mis cañones.

»Y del trueno
Al son violento,
Y del viento
 Al rebramar,
Yo me duermo
Sosegado,
Arrullado
Por el mar.»

»Que es mi barco mi tesoro,
Que es mi Dios la libertad,
Mi ley, la fuerza y el viento,
Mi única patria la mar.» 



José de Espronceda
1808-1842. Poeta español.

El Poema Canción del pirata era una de las preferidos de mi padre.

Canción del pirata es un poema escrito por José de Espronceda
publicado por primera vez en la revista El Artista en 1835, 
apareciendo de nuevo en Poesías (1840),
uno de los máximos exponentes de la poesía del Romanticismo español.

Exalta a un pirata como ejemplo de personalidad 
que vive al margen de la sociedad
despreciando las convenciones y los bienes materiales.
El protagonista tiene como máximo ideal la libertad.

(Wikipedia) 

domingo, marzo 16, 2014

Farewell - Pablo Neruda

1
Desde el fondo de ti, y arrodillado,
un niño triste como yo, nos mira.

Por esa vida que arderá en sus venas
tendrían que amarrarse nuestras vidas.

Por esas manos, hijas de tus manos,
tendrían que matar las manos mías.

Por sus ojos abiertos en la tierra
veré en los tuyos lágrimas un día.

2
Yo no lo quiero, Amada.

Para que nada nos amarre
que no nos una nada.

Ni la palabra que aromó tu boca,
ni lo que no dijeron tus palabras.

Ni la fiesta de amor que no tuvimos,
ni tus sollozos junto a la ventana.

3
Amo el amor de los marineros
que besan y se van.

Dejan una promesa.
No vuelven nunca más.

En cada puerto una mujer espera:
los marineros besan y se van.

(Una noche se acuestan con la muerte
en el lecho del mar.)

4
Amo el amor que se reparte
en besos, lecho y pan.

Amor que puede ser eterno
y puede ser fugaz.

Amor que quiere libertarse
para volver a amar.

Amor divinizado que se acerca
Amor divinizado que se va.

5
Ya no se encantarán mis ojos en tus ojos,
ya no se endulzará junto a ti mi dolor.

Pero hacia donde vaya llevaré tu mirada
y hacia donde camines llevarás mi dolor.

Fui tuyo, fuiste mía. ¿Qué más? Juntos hicimos
un recodo en la ruta donde el amor pasó.

Fui tuyo, fuiste mía. Tú serás del que te ame,
del que corte en tu huerto lo que he sembrado yo.

Yo me voy. Estoy triste: pero siempre estoy triste.
Vengo desde tus brazos. No sé hacia dónde voy.

...Desde tu corazón me dice adiós un niño.
Y yo le digo adiós.


Pablo Neruda
Poema que forma parte del libro Crepusculario, publicado en 1923,
Ricardo Eliécer Neftalí Reyes Basoalto desde 1921 y con diecisiete años de edad,
comienza a firmar definitivamente sus trabajos con ese seudónimo.

martes, marzo 11, 2014

A Rafael Alberti - Pablo Neruda (1904 - 1973)

(Puerto de Santa María, España)

Rafael, antes de llegar a España me salió al 
caminotu poesía, rosa literal, racimo biselado,y ella hasta ahora ha sido no para mí un recuerdo,sino luz olorosa, emanación de un mundo.

A tu tierra reseca por la crueldad trajisteel rocío que el tiempo había olvidado,y España despertó contigo en la cintura,otra vez coronada de aljófar matutino.

Recordarás lo que yo traía: sueños 
despedazadospor implacables ácidos, permanenciasen aguas desterradas, en silenciosde donde las raíces amargas emergíancomo palos quemados en el bosque.
Cómo puedo olvidar, Rafael, aquel tiempo?

A tu país llegué como quien caea una luna de piedra, hallando en todas 
parteságuilas del erial, secas espinas,pero tu voz allí, marinero, esperabapara darme la bienvenida y la fraganciadel alhelí, la miel de los frutos marinos.

Y tu poesía estaba en la mesa, desnuda.

Los pinares del Sur, las razas de la uvadieron a tu diamante cortado sus resinas,y al tocar tan hermosa claridad, mucha 
sombrade la que traje al mundo, se deshizo.

Arquitectura hecha en la luz, como los 
pétalos,a través de tus versos de embriagador aromayo vi el agua de antaño, la nieve hereditaria,y a ti más que a ninguno debo España.
Con tus dedos toqué panal y páramo,conocí las orillas gastadas por el pueblocorno por un océano, y las gradasen que la poesía fue estrellandotoda su vestidura de zafiros.

Tú sabes que no enseña sino el hermano. Y en esahora no sólo aquello me enseñaste,no sólo la apagada pompa de nuestra estirpe,sino la rectitud de tu destino,y cuando una vez más llegó la sangre a Españadefendí el patrimonio del pueblo que era mío.

Ya sabes tú, ya sabe todo el mundo estas cosas.Yo quiero solamente estar contigo,y hoy que te falta la mitad de la vida,tu tierra, a la que tienes más derecho que un 
árbol,hoy que de las desdichas de la patria no sóloel luto del que amamos, sino tu ausencia cubrenla herencia del olivo que devoran los lobos,te quiero dar, ay!, si pudiera, hermano grande,la estrellada alegría que tú me diste entonces.

Entre nosotros dos la poesíase toca como piel celeste,y contigo me gusta recoger un racimo,este pámpano, aquella raíz de las tinieblas.

La envidia que abre puertas en los seresno pudo abrir tu puerta ni la mía. Es hermosocomo cuando la cólera del vientodesencadena su vestido afueray están el pan, el vino y el fuego con nosotrosdejar que aúlle el vendedor de furia,dejar que silbe el que pasó entre tus pies,y levantar la copa llena de ámbarcon todo el rito de la transparencia.

Alguien quiere olvidar que tú eres el primero?Déjalo que navegue y encontrará tu rostro.Alguien quiere enterrarnos precipitadamente?Está bien, pero tiene la obligación del vuelo.

Vendrán, pero quién puede sacudir la cosechaque con la mano del otoño fue elevadahasta teñir el mundo con el temblor del vino?

Dame esa copa, hermano, y escucha: estoy rodeadode mi América húmeda y torrencial, a vecespierdo el silencio, pierdo la corola nocturna,y me rodea el odio, tal vez nada, el vacíode un vacío, el crepúsculode un perro, de una rana,y entonces siento que tanta tierra mía nos separe,y quiero irme a tu casa en que, yo sé, me esperas,sólo para ser buenos como sólo nosotrospodemos serlo. No debemos nada.

Y a ti sí que te deben, y es una patria: espera.

Volverás, volveremos. Quiero contigo un díaen tus riberas, ir embriagados de orohacia tus puertos, puertos del Sur que entonces no 
alcancé.Me mostrarás el mar donde sardinasy aceitunas disputan las arenas,y aquellos campos con los toros de ojos verdesque Villalón (amigo que tampocome vino a ver, porque estaba enterrado)tenía, y los toneles del jerez, catedralesen cuyos corazones gongorinosarde el topacio con pálido fuego.

Iremos, Rafael, adonde yaceaquel que con sus manos y las tuyasla cintura de España sostenía.El muerto que no pudo morir, aquel a quien tú 
guardas,porque sólo tu existencia lo defiende.

Allí está Federico, pero hay muchos que, hundidos, 
enterrados,entre las cordilleras españolas, caídosinjustamente, derramados,perdido cereal en las montañas,son nuestros, y nosotros estamos en su arcilla.

Tú vives porque siempre fuiste un dios milagroso.A nadie más que a ti te buscaron, queríandevorarte los lobos, romper tu poderío.Cada uno quería ser gusano en tu muerte.

Pues bien, se equivocaron. Es tal vez la estructurade tu canción, intacta transparencia,armada decisión de tu dulzura,dureza, fortaleza, delicada,la que salvó tu amor para la tierra.

Yo iré contigo para probar el aguadel Genil, del dominio que me diste,a mirar en la plata que navegalas efigies dormidas que fundaronlas sílabas azules de tu canto.

Entraremos también en las herrerías: ahorael metal de los pueblos allí esperanacer en los cuchillos: pasaremos cantandojunto a las redes rojas que mueve el firmamento.Cuchillos, redes, cantos borrarán los dolores.Tu pueblo llevará con las manos quemadaspor la pólvora, como laurel de las praderas,lo que tu amor fue desgranando en la desdicha.

Sí, de nuestros destierros nace la flor, la formade la patria que el pueblo reconquista con truenos,y no es un día solo el que elaborala miel perdida, la verdad del sueño,sino cada raíz que se hace cantohasta poblar el mundo con sus hojas.Tú estás allí, no hay nada que no muevala luna diamantina que dejaste:

la soledad, el viento en los rincones,todo toca tu puro territorio,y los últimos muertos, los que caenen la prisión, leones fusilados,y los de las guerrillas, capitanesdel corazón, están humedeciendotu propia investidura cristalina,tu propio corazón con sus raíces.

Ha pasado el tiempo desde aquellos días en que 
compartimosdolores que dejaron una herida radiante,el caballo de la guerra que con sus herradurasatropelló la aldea destrozando los vidrios.Todo aquello nació bajo la pólvora,todo aquello te aguarda para elevar la espiga,y en ese nacimiento se envolverán de nuevoel humo y la ternura de aquellos duros días.

Ancha es la piel de España y en ella tu acicate
vive como una espada de ilustre empuñadura,
y no hay olvido, no hay invierno que te borre,
hermano fulgurante, de los labios del pueblo.
Así te hablo, olvidando tal vez una palabra,
contestando al fin cartas que no recuerdas
y que cuando los climas del Este me cubrieron
como aroma escarlata, llegaron hasta mi soledad.
Que tu frente dorada
encuentre en esta carta un día de otro tiempo,
y otro tiempo de un día que vendrá.
Me despido
hoy, 1948, dieciséis de diciembre,
en algún punto de América en que canto.

Poeta chileno galardonado con el Premio Nacional de Literatura y 
el Premio Nobel de Literatura. 
También se desempeñó como diplomático y fue miembro activo del partido comunista, 
compromiso político que muchas veces se ve plasmado en sus obras.

La niña de Guatemala - José Martí

Quiero, a la sombra de un ala,
contar este cuento en flor:
la niña de Guatemala,
la que se murió de amor.

Eran de lirios los ramos;

y las orlas de reseda
y de jazmín; la enterramos
en una caja de seda...

Ella dio al desmemoriado

una almohadilla de olor;
él volvió, volvió casado;
ella se murió de amor.

Iban cargándola en andas

obispos y embajadores;
detrás iba el pueblo en tandas,
todo cargado de flores...

Ella, por volverlo a ver,

salió a verlo al mirador;
él volvió con su mujer,
ella se murió de amor.

Como de bronce candente,

al beso de despedida,
era su frente -¡la frente
que más he amado en mi vida!...

Se entró de tarde en el río,

la sacó muerta el doctor;
dicen que murió de frío,
yo sé que murió de amor.

Allí, en la bóveda helada,

la pusieron en dos bancos:
besé su mano afilada,
besé sus zapatos blancos.

Callado, al oscurecer,

me llamó el enterrador;
nunca más he vuelto a ver

a la que murió de amor.

José Julián Martí Pérez 
(1853 – 1895) 
Político republicano democrático, pensador, 
escritor, periodista, filósofo y poeta cubano de origen español, 
creador del Partido Revolucionario Cubano
y organizador de la Guerra del 95 o Guerra Necesaria. 
Perteneció al movimiento literario del modernismo.

viernes, febrero 14, 2014

Poema negro - Claudio de Alas

Cuando moría, me enlazó en su brazo
cual un reptil de palpitante raso;
y con voz afiebrada y lastimera,
me dijo que cual última terneza,
y en recuerdo de toda su belleza,
me dejaba su blanca calavera...

Que robara a la hambrienta sepultura,
ese último jirón de su hermosura,
que una lívida amante me sería,
y en mis horas, alegres o de duelo,
su alma, descendiendo desde el cielo,
al través de sus cuencas me vería...

Pasa el tiempo... El ave silenciosa
del recuerdo voló sobre su fosa,
llamándome a cumplir aquel pedido,
que cual lúgubre flor de sus amores,
me dejó en los postreros estertores,
temerosa a los lutos del olvido.

Y era una noche. Oscuridad y viento;
la lluvia desgarrando el firmamento;
batida en sus ramajes la espesura;
los jardines tronchados y barridos;
y del mar, el estruendo y los rugidos,
resonando a lo lejos con pavura...

Ardiente el corazón, los miembros yertos,
escalé la muralla de los muertos;
y pensando en la súplica postrera
de esa lívida novia del Misterio,
me perdí en el profundo cementerio,
porque iba a robar su calavera.

Por las calles desiertas y medrosas,
buscando en los letreros de las fosas,
llegué hasta su sepulcro solitario.
El viento en los cipreses sollozaba,
y la lluvia, furiosa, me azotaba,
cual queriendo arrojarme del osario.

De una lámpara sorda, bajo el brillo,
su mármol quebranté con un martillo.
Cual fatídico abismo, negro y hondo,
de la tumba la puerta entenebrida
abierta contemplé... De entre su fondo,
brotó una bocanada corrompida!

Y en lo profundo de la negra caja,
entre blancos jirones de mortaja,
la miré desleída y pestilente:
sepultadas sus formas y sus manos,
entre olas hirvientes de gusanos
que tragaban su carne lentamente.

En sus sienes, mechones de cabellos,
sus ojos ¡ay! como ninguno bellos,
convertidos en cuencas pavorosas;
en su boca, que fue roja granada,
una muda y horrible carcajada,
y su pecho en piltrafas asquerosas...

De su belleza, que radió cual astro,
no había allí tan siquiera un rastro.
Era un informe y corrompido andrajo.
La miré contristado, mudo, inerte:
medité en los festines de la Muerte,
y me hundí en el sepulcro abierto a tajo.

Temblorosas, tendiéronse mis manos
al inmenso hervidero de gusanos.
Busqué de la garganta las junturas:
nervioso retorcí... Hubo traquidos
de huesos arrancados y partidos...
hasta que hollando vil las sepulturas.

Huí miedoso entre las sombras crueles,
creyendo que los muertos en tropeles,
levantaban su forma descarnada
corriendo a rescatar su calavera,
esa yerta y silente compañera
de la lóbrega noche de la Nada...

Eso pasó... fue ayer... Hoy, en mi mesa,
cual escombro final de su belleza,
helada, muda, lívida e inerte,
sobre mis libros en montón, reposa,
cual una gigantesca y blanca rosa,
_que ostentase la risa de la Muerte._

Sus grandes cuencas, como dos cavernas,
me contemplan inmóviles y eternas.
Atónito, al mirarlas, me figuro
que su alma tal vez huya del Cielo,
para triste, silente y con anhelo,
mirarme allá, desde su fondo oscuro.

Entonces con amor llego hasta ella,
y cual si fuera, cuando viva y bella,
por sus huesos, mi mano se desliza:
siento de ansia el corazón opreso,
y en el instante en que le doy un beso,
me encuentro ¡ay! con su macabra risa.

Y allá, de la alta noche, cuando escribo,
ante su faz sintiéndome cautivo,
me parece que se abren sus quijadas,
y que en frases muy tiernas, temblorosas,
me pide que le diga blandas cosas,
como en noches amantes y borradas...

Y soñando, la veo transformarse
en la bella de entonces, y acercarse...
y sentirme yo suyo... y ella mía...
Más, al instante mi pupila advierte,
que no es sino la imagen de la Muerte,
que me contempla extática y sombría.

Ya llevan mucho tiempo estos amores...
Es ella quién conoce mis dolores,
los sueños todos de mi vida entera...
Ella me da la desnudez que viste,
y yo el cariño de mi alma triste,
teniéndola de novia hasta que muera.

Y cuando rompa de la Vida el lazo,
cual ella a mí, la enlazará mi brazo,
y antes que en mi redor todo sucumba,
le diré como frase postrimera:
-Acompáñame, pobre calavera,
acompáñame, amada, hasta la tumba!...

Claudio de Alas

lunes, febrero 03, 2014

Libertad – Paul Eluard

Sobre mis cuadernos de escolar
Sobre mi pupitre y los árboles
Sobre la arena sobre la nieve
Escribo tu nombre

Sobre todas las páginas leídas
Sobre todas las páginas en blanco
Piedra sangre papel o ceniza
Escribo tu nombre

Sobre las imágenes doradas
Sobre las armas de los guerreros
Sobre la corona de los reyes
Escribo tu nombre

Sobre la jungla y el desierto
Sobre los nidos sobre las retamas
Sobre el eco de mi infancia
Escribo tu nombre

Sobre la maravilla de las noches
Sobre el pan blanco de todos los días
Sobre las estaciones desposadas
Escribo tu nombre

Sobre todos mis retazos de azur
Sobre el estanque sol mohoso
Sobre el lago luna viviente
Escribo tu nombre

Sobre los campos sobre el horizonte
Sobre las alas de los pájaros
Y sobre el molino de las sombras
Escribo tu nombre

Sobre cada aliento de la aurora
Sobre la mar sobre los barcos
Sobre la montaña enloquecida
Escribo tu nombre

Sobre la espuma de las nubes
Sobre los sudores de la tormenta
Sobre la lluvia espesa insípida
Escribo tu nombre

Sobre las formas centelleantes
Sobre las campanas de colores
Sobre la verdad física
Escribo tu nombre

Sobre los senderos despiertos
Sobre las rutas desplegadas
Sobre las plazas desbordadas
Escribo tu nombre

Sobre la lámpara que se enciende
Sobre la lámpara que se apaga
Sobre mis casas reunidas
Escribo tu nombre

Sobre el fruto cortado en dos
Del espejo y de mi cuarto
Sobre mi lecho concha vacía
Escribo tu nombre

Sobre mi perro goloso y tierno
Sobre sus orejas erguidas
Sobre su pata desmañada
Escribo tu nombre

Sobre el trampolín de mi puerta
Sobre los objetos familiares
Sobre la onda del fuego bendito
Escribo tu nombre

Sobre el vitral de las sorpresas
Sobre los labios atentos
Muy por encima del silencio
Escribo tu nombre

Sobre mis refugios destruidos
Sobre mis faros desplomados
Sobre los muros de mi hastío
Escribo tu nombre

Sobre la ausencia sin deseos
Sobre la soledad desnuda
Sobre el escalón de la muerte
Escribo tu nombre

Sobre la salud recobrada
Sobre el peligro que se aleja
Sobre la esperanza sin recuerdos
Escribo tu nombre

Y por el poder de una palabra
Vuelvo a recomenzar mi vida
Yo nací para conocerte
Para nombrarte

Paul Eluard, aparece en su libro Poésie et Vérité, 1942. 

viernes, enero 31, 2014

Muchacha - Armando Tejada Gómez

Recuérdame esta noche y nómbrame en tu idioma,
amor mío, muchacha, territorio de pájaros,
nómbrame en las ciudades donde trepas los trenes
con la amapola herida de tu vestido diario.

No conozco tu nombre, pequeñito y apenas,
tu mínimo poema de una sola palabra,
pero voy pronunciándote cuando digo esperemos
o cuando me transitas hacia dentro del alma,
porque sé que tus rostros tienen un mismo rostro
y tu sonrisa un aire de pétalo del aire,
conozco, sé tu modo de salvarnos la vida,
vencedora inmutable, con un niño en la sangre.

Yo te he visto muchacha plural, en las ciudades,
gastándote la magia con la prisa del alba.

Las oficinas públicas, públicamente áridas,
la tienda estrepitosa, la planilla a mansalva,
esas fábricas rojas de devorar, el sueldo,
lamentables rutinas de alquilarte hasta el sábado
y tú, tu nuca tibia, trizada luz, flor pálida,
resistes esa estrecha disposición de enanos
apoyada en tus sueños como en una ventana.
Y el moscardón horario zumbándote el absurdo
para matarte adentro la condición de pájaro.

Las ciudades son turbios demagogos, son esas
celestinas anónimas de la moda, sensuales
como una gelatina de sexo pegajoso,
espesas son, a gotas, turbiamente sensuales.
Las ciudades son fríos hoteles transitorios.
Debe se espantoso morir en las ciudades.

Porque no han hecho nada por amor, tantas cosas,
porque no figurabas en los planos, muchacha.
Y ya has nacido risa, has nacido tumulto,
has nacido de pronto con un golpe de alas.

Y ahora que has venido, que ya estás, que has llegado,
hay que cambiarlo todo, decir amor y amarnos,
clausurar las planillas, postergar las ganancias,
ahora que has llegado con tu fragante risa
qué han de hacer los señores de destino contable. . .

En horas de oficina, bajará mi poema,
a decirte en la oreja: territorio de pájaros. . .
Pero sigue guardando flores en la cartera,
la última dulce carta, un poema de Pablo,
sigue guardando signos de combatir el moho,
subversivos panfletos de construir la esperanza.

Muchacha, estrella nuestra, amor en todas partes,
los poetas cantamos para tu pie desnudo,
para tu sangre diaria,
porque somos la vida y esa sonrisa tuya,
nada más que la vida,
la vida y tú,
muchacha. . .



Muchacha (Armando Tejada Gómez)
Poema leído por su autor



Armando Tejada Gómez



sábado, enero 11, 2014

Capricho - Alfonsina Storni

Escrútame los ojos, sorpréndeme la boca,
sujeta entre tus manos esta cabeza loca,
dame de beber veneno, el malvado veneno
que te moja los labios a pesar de ser bueno.

Pero no me preguntes nada
de por qué lloré tanto en la noche pasada;
las mujeres lloramos sin saber, porque sí:
es esto de los llantos pasaje baladí.

Bien se ve que tenemos adentro un mar oculto,
un mar un poco torpe, ligeramente estulto,
que se asoma a los ojos con bastante frecuencia
y hasta lo manejamos como una dúctil ciencia.

No preguntes, amado, lo debes sospechar;
en la noche pasada no estaba quieto el mar.
Nada más. Tempestades que las trae y las lleva
Un viento que nos marca cada vez costa nueva.

Si, vanas mariposas sobre jardín de Enero,
nuestro interior es todo sin equilibrio y huero.
Luz de cristalería, fruto de carnaval
decorado en escamas de serpientes del mal.

Así somos ¿no es cierto? Ya lo dijo el poeta:
movilidad absurda de inconsciente coqueta,
deseamos y gustamos la miel de cada copa
y en el cerebro habemos un poquito de estopa.

Bien; no, no me preguntes. Torpeza de mujer.
Capricho amado mío, capricho debe ser.
Oh déjame que ría... ¿no ves que tarde hermosa?
Espínate las manos y córtame esa rosa.

Del libro: “La inquietud del rosa” (1916)

miércoles, noviembre 20, 2013

Gratia plena - Amado Nervo

Todo en ella encantaba, todo en ella atraía
 su mirada, su gesto, su sonrisa, su andar...
El ingenio de Francia de su boca fluía.
Era llena de gracia, como el Avemaría.
¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!

Ingenua como el agua, diáfana como el día,
rubia y nevada como Margarita sin par,
el influjo de su alma celeste amanecía...
Era llena de gracia, como el Avemaría.
¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!

Cierta dulce y amable dignidad la investía
de no sé qué prestigio lejano y singular.
Más que muchas princesas, princesa parecía:
era llena de gracia como el Avemaría.
¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!

Yo gocé del privilegio de encontrarla en mi vía
dolorosa; por ella tuvo fin mi anhelar
y cadencias arcanas halló mi poesía.
Era llena de gracia como el Avemaría.
¡Quien la vio, no la pudo ya jamás olvidar!

¡Cuánto, cuánto la quise! ¡Por diez años fue mía;
pero flores tan bellas nunca pueden durar!
¡Era llena de gracia, como el Avemaría,
y a la Fuente de gracia, de donde procedía,
se volvió... como gota que se vuelve a la mar!

Amado Nervo. Marzo de 1912.

martes, septiembre 11, 2012

Volver

Volver, amargo y dulce es volver...
adonde uno ha nacido.

Volver a la tierra, a la ciudad, a la Patria.
Volver a la casa, a la familia, a los amigos.

Volver al pasado, a lo que se dijo adiós....
adonde nació la conciencia, la ilusión, 
la esperanza.

Si, es lindo volver,
y reencontrarse, 
con los rostros sonrientes 
de los seres queridos.

Con las dulces palabras 
de los buenos amigos.

Con el sol matinal
del Buenos Aires perdido.

Pero es triste volver,
sea triunfante o vencido.

Ver que todo siguió, 
que no se corto allá el camino.

Que hubo llantos y risas,
que hubo penas y alivios.

Ver que tanto cambio
aquello que el recuerdo 
nos dejo detenido !

Buenos Aires 1980

martes, diciembre 20, 2011

Glosa a la soleá - Rafael de León

¿Te acuerdas de aquella copla
que escuchamos aquel día
sin saber quién la cantaba
ni de qué rincón salía?

Pero qué estilo, qué duende,
qué sentimiento y qué voz;
creo que se nos saltaron
las lágrimas a los dos.

"Toíto te lo consiento
menos faltare a mi mare
que a una mare no se encuentra
y a ti te encontré en la calle".

No vayas a figurarte
que esto va con intensión.
Tú sabes que por ti tengo
clavao en mi corazón
el queré más puro y firme
que ningún hombre sintiera
por la que Dios uno y trino
le entregó por compañera.
Pero es bonita la copla
y entra bien por soleares:
"Toíto te lo consiento
menos faltare a mi mare..."

Y me enterao casualmente
de que le fartaste ayé
y nadie me lo ha contao,
nadie, pero yo lo sé.
Yo tengo entre dos amores
mi corazón repartío
si le encuentro a uno llorando
es que el otro le ha ofendío;
y mira, nunca me quejo
de tus caprichos constantes.
¿Quiere un vestío? ¡catorse!
¿quiere un reló? ¡de brillantes!

Ni me importa que la gente
vaya de mí murmurando
que si soy pa ti un muñeco,
que si me has quitao er mando
que en la diestra y la siniestra
tienes un par de agujeros
por donde se va a los baños
el río de mis dineros...
¡Y a mí qué...?

Con tal de que de mi lao
tú nunca te desepares
toíto te lo consiento
menos faltarle a mi mare.
Porque esa mimbre de luto
que no levanta la voz
que no ha tenío siquiera contigo
ni un sí ni un no;
que anda como una pavesa,
que no gime ni suspira,
que se le llenan los ojos
de gloria cuando nos mira;
que me crió con su sangre;
que me llevaba la mano
para que me santiguara
como todo fiel cristiano
y en las candelas del hijo
consumió su juventú
cuando era cuarenta veses
mucho más guapa que tú.

Tienes que hacerte a la cuenta
que la has visto en los artare
y jincarte de rodillas
antes de hablarle a mi mare;
porque el amó que te tengo
se lo debes a su amó,
que yo me casé contigo
porque ella me lo mandó.
Conque a ver si tu consiensia
se aprende esta copla mía
mu semejante a aquer cante
que escuchamos aquer día
sin sabé quién lo cantaba
ni de qué rincón salía.

"A la mare de mi arma
la quiero desde la cuna;
por Dios, no me la avasalles
que mare no hay más que una
y a ti te encontré en la calle".

Rafael de León
20 de diciembre de 2011, La Plata, 
en recuerdo de mi padre
que me regalo el libro de Rafael de Leon!!!!GM

Profecía - Rafael de León

Me lo contaron ayer
las lenguas de doble filo,
que te casaste hace un mes
y me quedé tan tranquilo...

Otro cualquiera en mi caso,
se hubiera echao a llorá,
yo, cruzándome de brazos
dije que me daba igual.

Nada de pegarme un tiro
ni enredarme en maldiciones
ni apedrear con suspiros
los vidrios de tus balcones.

¿Que te has casao? -
¡Buena suerte!
Vive cien años contenta
y a la hora de la muerte,
Dios no te lo tenga en cuenta.
Que si al pie de los altares
mi nombre se te borró,
por la gloria de mi mare
que no te guardo rencor.

Porque sin sé tu marío,
ni tu novio, ni tu amante,
yo fui quien más te ha querío,
con eso tengo bastante.

Y haciendo un poco de historia,
nos volveremos atrás,
para recordar la gloria
de mis días de chaval.

 -¿Qué tiene el niño, Malena?
Anda como trastornao,
le encuentro cara de pena
y el colorcillo quebrao.
Y ya no juega a la tropa,
ni tira piedras al río,
ni se destroza la ropa
subiéndose a coger níos.
¿No te parece a ti extraño?
No es una cosa muy rara
que un chaval de doce
años lleve tan triste la cara?...
Mira que soy perro viejo
y estás demasiao tranquila:
¿Quieres que te dé un consejo?
Vigila, mujer, ¡vigila!
(Y fueron dos centinelas
los ojitos de mi mare):
-Cuando sale de la escuela
se va pa los Olivares.
-Y ¿qué es lo que busca allí?
 -Una niña.
Tendrá el mismo tiempo que él.
José Miguel, no le riñas,
que está empezando a querer.

Mi pare encendió un pitillo,
se enteró bien de tu nombre,
y te compró unos zarcillos
y a mí un pantalón de hombre.
 Yo no te dije ¡te adoro!
pero amarré en tu balcón
mi lazo de seda y oro
de primera comunión.
Y tú, fina y orgullosa,
me ofreciste en recompensa
dos cintas color de rosa
que engalanaban tus trenzas.
 -Voy a misa con mis primos.
-Bueno, te veré en la Ermita.
Y qué serios nos pusimos
al darte el agua bendita.
Mas luego en el campanario,
cuando rompimos a hablar:
-Dice mi tiíta Rosario
que la cigüeña es sagrá,
y el colorín, y la fuente,
y las flores, y el rocío,
y el romero de los montes
y el bronce de esta campana
y aquel torito valiente
que está bebiendo en el río,
y aquella cinta lejana
que la llaman horizonte.
¡Todo es sagrao: cielo y tierra,
porque too lo hizo Dios.
 ¿Qué te gusta más?
¡Tu pelo!
¡Qué bonito le salió!
-Pues, ¿y tu boca, y tus brazos,
y tus manos redonditas,
y tus pies fingiendo el paso
de las palomas zuritas?
 Con la pureza de un copo
de nieve te comparé;
te revestí de piropos
de la cabeza a los pies.
A la vuelta te hice un ramo
de pitiminí precioso.
Y luego nos retratamos
en el agüita del pozo.
Y hablando de estas pamplinas
que se inventan las criaturas,
llegamos hasta la esquina
cogidos por la cintura.
Yo te pregunté: -¿En qué piensas?
Tú dijiste: -En darte un beso.
Y yo sentí una vergüenza
que me caló hasta los huesos.
De noche, muertos de luna,
nos vimos por la ventana.
-¡Chis!... Mi hermanito está en la cuna,
le estoy cantando la nana.

 "Quítate de la esquina,
chiquillo loco,
que mi mare no quiere
ni yo tampoco."

Y mientras que tú cantabas
yo, inocente me pensé
que nos casaba la luna
como a marío y mujer.
 ¡Pamplinas! Figuraciones
que se inventan los chavales,
después la vía se impone:
tanto tienes, -tanto vales.

Por eso, yo al enterarme
que llevas un mes casá,
no dije que iba a matarme,
sino que me daba igual.

Mas como es rico tu dueño,
te vendo esta profecía:
Tú, cada noche, entre sueños
soñarás que me querías,
y recordarás la tarde
que mi boca te besó.
Y te llamarás ¡Cobarde!
como te lo llamo yo,
y verás, sueña que sueña,
que me morí siendo chico.
Y se llevó la cigüeña
mi corazón en su pico.

Pensarás: no es cierto nada.
Yo sé que lo estoy soñando.
Pero allá en la madrugada
te despertarás llorando,
por el que no es tu marío,
ni tu novio, ni tu amante,
sino el que más te ha querío:
con eso tengo bastante.

Por lo demás, tó se orvía.
Verás cómo Dios te envía
un hijo como una estrella.
Avísame deseguida,
me servirá de alegría
cantarle la nana aquella: 
"Quítate de la esquina,
chiquillo loco,
que mi mare no quiere
ni yo tampoco."

Pensarás: No es sierto nada.
Yo sé que lo estoy soñando".
Pero allá en la madrugada
te despertarás llorando
por el que no es tu marío
ni tu novio, ni tu amante,
sino el que más te ha querío:
con eso tengo bastante.

Rafael de León 
Poeta español nacido en Sevilla en 1908 en el seno de una familia de alta burguesía. 
Desde niño estudió en colegios privados de órdenes religiosas y en 1926 ingresó a la Universidad de Granada para iniciar sus estudios de Derecho, trabando amistad allí con Federico García Lorca cuyo estilo poético marcó toda su carrera. 
La obra poética de Rafael de León está dividida en dos grandes apartados: poesías propiamente dichas, y letras para canciones. 
En casi toda su obra, inspirada en ambientes muy típicos de Andalucía, se refleja el gracejo popular andaluz. 
Entre sus obras más destacadas figuran: «Pena y alegría del amor», «Profecía» y «Romance de la serrana loca». 
Falleció el poeta en la ciudad de Madrid, en 1982.