En cuanto entré al estudio de Nora ella me miró interrogante y dijo.
- ¿Y, cómo te fue?
- No puedo decir que estoy desconforme, mi vida siempre fue guiada por símbolos. Cuando hacía algo bien siempre recibí una respuesta, cuando tuve dudas se me han presentado de manera extrañamente marcadas dos opciones y cuando he hecho algo de mala fe, la vida, me ha quitado el doble. -
Hablé filosofando, todavía ensimismada en mis confusos pensamientos.
- ¿Contame que pasó cuando se encontraron? -
Ella conocía mi recurso de irme por las ramas y esta vez fue más concreta.
- Nada especial... Pensar que durante el tiempo en que habíamos estado juntos todo fue mágico, pero parece que luego con la distancia y el tiempo transcurrido, no sé algo pasó, hubo un cambio que no puedo precisar bien, pero aquel encanto desapareció.
- Fue como dice Neruda ‘... nosotros los de entonces, ya no somos los mismos...’
- Tal cual, fue así, era tan raro, yo no sabía bien si reír o llorar y me la pase riendo de nervios, como una estúpida.
Y lo sentía así, no tenía demasiadas explicaciones, hoy un gran amor y mañana solo el silencio, ese silencio que nace desde adentro y que duele profundamente, desgarra y arrasa con toda las sensaciones y sentimientos que se hayan tenido, alguna vez, para con el otro... Un vasto silencio que te deja desierto.
Quizás lo tendría que pensar en términos de una gran pasión, ya que yo no creo que en el amor haya desiertos, solo transformaciones, silencios transitorios.
- Es tan fácil confundir la pasión con el amor... lo que comienza como pasión no siempre termina convirtiéndose en amor, pero queremos que sea amor, porque... ¿quién se resiste a la pasión? -
Dije lejana y entonces pensé que, el amor es fácil de esquivar, difícil de lograr, se requiere mucho empeño, comprensión y una total entrega y abandono de todo egoísmo.
La pasión no tiene nada que ver con ello, es egoísta por naturaleza, es un estado ideal, como de encantamiento y de entrega a la lujuria...
- ¡La pasión esta tan lejos del amor! Pero de que es más seductora, no cabe duda. - Dijo Nora, como leyéndome el pensamiento.
- No entiendo como el amor pueda morir así, es inaudito, incomprensible, solo así, tan fácilmente, eso no puede ser amor. Decime que no. - dije, y la miré suplicante.
Ella me miró con cariño, sonrió y volvió a preguntar con tierna ansiedad:
- Pero hablame de él, que hizo de su vida, que le paso, ¿te contó algo, se casó, nuevamente? -.
- No lo supe exactamente, pero tuve indicios. -
Respondí distraída, absorta aun, en mis pensamientos.
- ¿Indicios? ¿Cómo indicios? -
Miré a Nora y sin pensarlo respondí:
- Si, indicios, algo me dio la certeza de que lo que había pasado era lo correcto, aun en contra de mi voluntad, sé que fue lo correcto. Yo había querido forzar la situación, no me resignaba a perder aquello que había tenido... si es que en verdad alguna vez lo tuve...
- Si, ya sé, la vieja historia de aferrarse a las cosas aunque no funcionen, a no resignarse a dejar ir el pasado. El desear volver a vivir las sensaciones que tuvimos, así nos lleve la vida. - Acotó Nora.
- Tenes razón, es así, yo lo sentí como un miedo al porvenir y un querer inmortalizar el momento, congelar lo vivido y no perderlo jamás... una falacia, - suspiré - ¡ah, debilidad humana! -
Nora calló un segundo, con la mirada perdida y como si estuviese muy lejos dijo a modo de verdad metafísica:
- Si, pero cuando la pesada mano de la vida nos sacude y nos arrastra lejos de todo lo antes conocido, cuando nos recuperamos del shock al que fuimos sometidos, todo cambia, es como si las luces se prendieran en nuestro interior, la energía nos invade y comenzamos a vivir la realidad profunda y pausadamente.
Y volviéndose hacia mí simpáticamente y con una amplia sonrisa, agregó:
- Son las maravillas de la vida, en el momento en que sentís que todo esta perdido, allí esta la luz, esa que te calienta y te guía, lo que aparece de manera simbólica que vos mencionaste al principio.
- Si, tenes razón, es como el esquí, viste que cuando tenes miedo y queres detenerte te caes, te tropezas, pareces un dibujito animado; en cambio cuando te dejas llevar sin temor, bajas por la montaña como si fueses parte de ella, perteneces a ella y lo que sentís es lo mas maravilloso del mundo. - Dije como para mí, un tanto floridamente.
- Positivo el reencuentro, entonces. - Dijo Nora.
- La verdad, muy positivo, sí. - Respondí con certeza.
- Bien esto se merece un rico capuchino, vamos a prepararlos, dale.
Me levante y seguí a Nora a la cocina, ya sabia que iba a batir la leche, hacer el café exprés y a ponerle canela y unas gotas de esencia de vainilla, con chocolate no nos gustaba... además debíamos cuidar nuestra silueta...
Después de todo quien sabe, el amor puede estar esperándonos a la vuelta de la esquina.
FIN
Graciela Mariani - 16 de junio de 2002
- ¿Y, cómo te fue?
- No puedo decir que estoy desconforme, mi vida siempre fue guiada por símbolos. Cuando hacía algo bien siempre recibí una respuesta, cuando tuve dudas se me han presentado de manera extrañamente marcadas dos opciones y cuando he hecho algo de mala fe, la vida, me ha quitado el doble. -
Hablé filosofando, todavía ensimismada en mis confusos pensamientos.
- ¿Contame que pasó cuando se encontraron? -
Ella conocía mi recurso de irme por las ramas y esta vez fue más concreta.
- Nada especial... Pensar que durante el tiempo en que habíamos estado juntos todo fue mágico, pero parece que luego con la distancia y el tiempo transcurrido, no sé algo pasó, hubo un cambio que no puedo precisar bien, pero aquel encanto desapareció.
- Fue como dice Neruda ‘... nosotros los de entonces, ya no somos los mismos...’
- Tal cual, fue así, era tan raro, yo no sabía bien si reír o llorar y me la pase riendo de nervios, como una estúpida.
Y lo sentía así, no tenía demasiadas explicaciones, hoy un gran amor y mañana solo el silencio, ese silencio que nace desde adentro y que duele profundamente, desgarra y arrasa con toda las sensaciones y sentimientos que se hayan tenido, alguna vez, para con el otro... Un vasto silencio que te deja desierto.
Quizás lo tendría que pensar en términos de una gran pasión, ya que yo no creo que en el amor haya desiertos, solo transformaciones, silencios transitorios.
- Es tan fácil confundir la pasión con el amor... lo que comienza como pasión no siempre termina convirtiéndose en amor, pero queremos que sea amor, porque... ¿quién se resiste a la pasión? -
Dije lejana y entonces pensé que, el amor es fácil de esquivar, difícil de lograr, se requiere mucho empeño, comprensión y una total entrega y abandono de todo egoísmo.
La pasión no tiene nada que ver con ello, es egoísta por naturaleza, es un estado ideal, como de encantamiento y de entrega a la lujuria...
- ¡La pasión esta tan lejos del amor! Pero de que es más seductora, no cabe duda. - Dijo Nora, como leyéndome el pensamiento.
- No entiendo como el amor pueda morir así, es inaudito, incomprensible, solo así, tan fácilmente, eso no puede ser amor. Decime que no. - dije, y la miré suplicante.
Ella me miró con cariño, sonrió y volvió a preguntar con tierna ansiedad:
- Pero hablame de él, que hizo de su vida, que le paso, ¿te contó algo, se casó, nuevamente? -.
- No lo supe exactamente, pero tuve indicios. -
Respondí distraída, absorta aun, en mis pensamientos.
- ¿Indicios? ¿Cómo indicios? -
Miré a Nora y sin pensarlo respondí:
- Si, indicios, algo me dio la certeza de que lo que había pasado era lo correcto, aun en contra de mi voluntad, sé que fue lo correcto. Yo había querido forzar la situación, no me resignaba a perder aquello que había tenido... si es que en verdad alguna vez lo tuve...
- Si, ya sé, la vieja historia de aferrarse a las cosas aunque no funcionen, a no resignarse a dejar ir el pasado. El desear volver a vivir las sensaciones que tuvimos, así nos lleve la vida. - Acotó Nora.
- Tenes razón, es así, yo lo sentí como un miedo al porvenir y un querer inmortalizar el momento, congelar lo vivido y no perderlo jamás... una falacia, - suspiré - ¡ah, debilidad humana! -
Nora calló un segundo, con la mirada perdida y como si estuviese muy lejos dijo a modo de verdad metafísica:
- Si, pero cuando la pesada mano de la vida nos sacude y nos arrastra lejos de todo lo antes conocido, cuando nos recuperamos del shock al que fuimos sometidos, todo cambia, es como si las luces se prendieran en nuestro interior, la energía nos invade y comenzamos a vivir la realidad profunda y pausadamente.
Y volviéndose hacia mí simpáticamente y con una amplia sonrisa, agregó:
- Son las maravillas de la vida, en el momento en que sentís que todo esta perdido, allí esta la luz, esa que te calienta y te guía, lo que aparece de manera simbólica que vos mencionaste al principio.
- Si, tenes razón, es como el esquí, viste que cuando tenes miedo y queres detenerte te caes, te tropezas, pareces un dibujito animado; en cambio cuando te dejas llevar sin temor, bajas por la montaña como si fueses parte de ella, perteneces a ella y lo que sentís es lo mas maravilloso del mundo. - Dije como para mí, un tanto floridamente.
- Positivo el reencuentro, entonces. - Dijo Nora.
- La verdad, muy positivo, sí. - Respondí con certeza.
- Bien esto se merece un rico capuchino, vamos a prepararlos, dale.
Me levante y seguí a Nora a la cocina, ya sabia que iba a batir la leche, hacer el café exprés y a ponerle canela y unas gotas de esencia de vainilla, con chocolate no nos gustaba... además debíamos cuidar nuestra silueta...
Después de todo quien sabe, el amor puede estar esperándonos a la vuelta de la esquina.
FIN
Graciela Mariani - 16 de junio de 2002
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