Desde que entró a ese hotelucho de mala muerte cerca de la Av. De Mayo, sintió que todo olía a muerte, parecía humedad, suciedad, vejez, pero en realidad olía a muerte.
La habitación del segundo piso, que le dieron, olía más a muerte que ningún otro lado, solo le faltaban los gladiolos en lugar de esas mugrosas flores de plástico.
Él estaba mal, ya lo sabía, venia mal desde que huía de esos tipos con los que se había metido a hacer un laburo extra.
Desde que trabajaba en el Bingo lo habían estado buscando y cargoseando, finalmente pensó que total, no le hacia mal a nadie y unos mangos extras le venían más que bien en esta época de malaria.
Total solo tenía que entregar unos paquetitos de merca en unos cuantos hoteles de lujo, llenos de yankees putos y minas trolas, que se murieran, a el que le importaba.
Dejaba el paquete, cobraba lo mangos y se olvidaba hasta la siguiente entrega...
Por unos cuantos meses había ido todo bien, pero él ultimo tiempo le pareció que la mano venia pesada, tal ves los mula eran piezas de recambio, como no sabia, se escondió y listo.
Pero se sentía muy paranoico, todos le parecían sospechosos, pero seguro que solo era su imaginación, solo estaba asustado, pensaba que probablemente los tipos no se quedaran tan tranquilos si alguno se las tomaba, como él.
Era el precio de lo que había hecho, después de todo había ahorrado algo de tosca y en verdes en Uruguay, nada de ‘corralito’, corralito: las pelotas, eso era para los boludos.
Sintió hambre y cuando miro el reloj ya eran las diez de la noche, se empilchó para ir a comer algo.
Después de comer se metió en uno de esos bares con minas, a chupar algo.
Se tomo dos Old Smugler dobles al hilo y se engancho una mina, una que no estaba nada mal y que lo había mirado bastante, creyó que se la había levantado.
La mina tomo cerveza, él siguió con lo mismo de antes.
La cosa vino bien y se la llevo al telo en que estaba y otra vez al entrar en su habitación sintió ese rancio olor a muerte, ya no le dió bola.
Parecía que la mina venia bien, saco del bolso una botella chica de ginebra, sirvió en un vaso para ella y el tomo de la botella.
Estaban en lo mejor de la cosa cuando sintió un dolor punzante en la nuca, después de ello perdió el conocimiento.
La mujer se vistió, tomo un trago de ginebra, limpio con cuidado todo lo que pudiera tener sus huellas, reviso bien y hecho una ultima ojeada a la escena, todo estaba perfecto, el tipo muerto con la botella al lado, de película.
Ella se fue con la satisfacción que da un trabajo bien hecho.
Graciela Mariani
Vicente López 2002
La habitación del segundo piso, que le dieron, olía más a muerte que ningún otro lado, solo le faltaban los gladiolos en lugar de esas mugrosas flores de plástico.
Él estaba mal, ya lo sabía, venia mal desde que huía de esos tipos con los que se había metido a hacer un laburo extra.
Desde que trabajaba en el Bingo lo habían estado buscando y cargoseando, finalmente pensó que total, no le hacia mal a nadie y unos mangos extras le venían más que bien en esta época de malaria.
Total solo tenía que entregar unos paquetitos de merca en unos cuantos hoteles de lujo, llenos de yankees putos y minas trolas, que se murieran, a el que le importaba.
Dejaba el paquete, cobraba lo mangos y se olvidaba hasta la siguiente entrega...
Por unos cuantos meses había ido todo bien, pero él ultimo tiempo le pareció que la mano venia pesada, tal ves los mula eran piezas de recambio, como no sabia, se escondió y listo.
Pero se sentía muy paranoico, todos le parecían sospechosos, pero seguro que solo era su imaginación, solo estaba asustado, pensaba que probablemente los tipos no se quedaran tan tranquilos si alguno se las tomaba, como él.
Era el precio de lo que había hecho, después de todo había ahorrado algo de tosca y en verdes en Uruguay, nada de ‘corralito’, corralito: las pelotas, eso era para los boludos.
Sintió hambre y cuando miro el reloj ya eran las diez de la noche, se empilchó para ir a comer algo.
Después de comer se metió en uno de esos bares con minas, a chupar algo.
Se tomo dos Old Smugler dobles al hilo y se engancho una mina, una que no estaba nada mal y que lo había mirado bastante, creyó que se la había levantado.
La mina tomo cerveza, él siguió con lo mismo de antes.
La cosa vino bien y se la llevo al telo en que estaba y otra vez al entrar en su habitación sintió ese rancio olor a muerte, ya no le dió bola.
Parecía que la mina venia bien, saco del bolso una botella chica de ginebra, sirvió en un vaso para ella y el tomo de la botella.
Estaban en lo mejor de la cosa cuando sintió un dolor punzante en la nuca, después de ello perdió el conocimiento.
La mujer se vistió, tomo un trago de ginebra, limpio con cuidado todo lo que pudiera tener sus huellas, reviso bien y hecho una ultima ojeada a la escena, todo estaba perfecto, el tipo muerto con la botella al lado, de película.
Ella se fue con la satisfacción que da un trabajo bien hecho.
Graciela Mariani
Vicente López 2002
No hay comentarios.:
Publicar un comentario